Mí
querida Anita:
Me envías
a Cortázar en estas líneas amorosas y me pregunto ¿cómo se elige? es que acaso
¿no se elige? ¿Somos los elegidos por el precio del sentimiento y de las
palabras?... El amor en todas sus formas nos busca. Nos encuentra en el
tormento, en la llave del agua, en la oscura soledad de la noche y es así pero
no es así. Ellos tienen toda la carga semántica sobre el objeto amado...
El Chino habla de ¿cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor?
No nos
conocen Anita. No saben mirarnos bien a menos que sea con la punta de sus
erecciones... Con ellas nos buscan por dentro, tratan de sentir ese más
allá de lo que somos, ese sentido cíclico que nos a otorgado la naturaleza y
todas las formas en las cuales, con nuestras acciones conjugamos el verbo amar.
Nos
buscan tratando de encontrarse, de ser más ellos que nosotras, nos explican
explicándose y cuando nos hallan, no saben si aceptarnos o dejarnos o ambas
cosas a la vez y buscan una manera de escaparse de los ríos que nos desatan....
Cortázar
quizás no sea letra muerta sino esa parte de la vida en la cual nos buscamos
nosotras, las mujeres en los ojos de la Maga, de Talita o en Berthe Trepand...
¿Dónde estamos en la nota del amor? ¿Es amor cursilería? ¿Con cuál de los
discursos aprendimos a amar y sentirnos amadas? ¿Nos hemos sentido amadas?
¿Somos vulnerables o vulneradas en la entrega? ¿Cómo amamos las mujeres? ¿Cómo
explicarles a ellos la naturaleza de nuestro amor y la búsqueda del
sentido?
Si nos
acercamos nos queman con los miles de faroles que encienden, como recordando
los quehaceres salvajes al momento de tener que defenderse de las bestias, si nos
alejamos nos tratan de amarrar los pies y las manos con palabras suaves que
tienen afiladas razones para herirnos o desollarnos...
¿Cómo
amarlos sin la duda que les produce el propio sentido del amor?
I.C.
Fotografía de Ellen Von Unwerth
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