Alerta estoy de ser
sonrisa.
AnaMendoza

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martes, julio 17, 2012

Mujeres al vuelo


“No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!”

Oliverio Girondo


estos oficios de los Poetas











OFICIO PURO

Cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor
En qué piensa una mujer que recién ha hecho el amor
Cómo ve el rostro de los demás y los demás cómo ven el rostro de ella
De qué color es la piel de una mujer que recién ha hecho el amor
De qué modo se sienta una mujer que recién ha hecho el amor
Saludará a sus amistades
Pensará que en otros países está nevando
Encenderá y consumirá un cigarrillo
Desnuda en el baño dará vuelta
a la llave del agua fría o del agua caliente
Dará vuelta a las dos a la vez
Cómo se arrodilla una mujer que recién ha hecho el amor
Soñará que la felicidad es un viaje por barco
Regresará a la niñez o más allá de la niñez
Cruzará ríos montañas llanuras noches domésticas

Dormirá con el sol sobre los ojos
Amanecerá triste alegre vertiginosa
Bello cuerpo de mujer
que no fue dócil ni amable ni sabio

Víctor Valera Mora






Té de manzanilla. (Al "Chino" Valera Mora) 

Mi amigo, 
el chino, 
escribió una vez sobre cómo se sientan 
y caminan 
las mujeres después de hacer el amor. 
No llegamos a discutir el punto 
porque murió como un gafo, 
víctima de un ataque cardíaco curado con té de manzanilla. 
De haberlo hecho, 
le habría dicho que lo único bueno de hacer el amor 
son los hombres que eyaculan 
sin rencores 
sin temores. 
Y que después de hacerlo, 
nadie tiene ganas 
de sentarse 
o de caminar. 
Le puse su nombre a una vieja palmera africana 
sembrada junto a la piscina de mi apartamento. 
Cada vez que me tomo un trago, 
y lo saludo, 
echa una terrible sacudida de hojas, 
señal de que está enfurecido. 
Me dijo una vez: 
La vida de uno es una inmensa alegría 
o una inmensa arrechera. 
Soy fiel a los sueños de mi infancia. 
Creo en lo que hago, 
en lo que hacen mis amigos, 
y en lo que hace toda la gente que se parece a uno. 
A veces nos quedamos solos 
hasta muy tarde, 
hablando de los gusanos que lo acosan 
y del terrible calor que le entra todos los días 
en esa arena y resequedad. 
No ha cambiado de parecer: 
un hambriento, 
un desposeído, 
puede sentarse y hacer amistad con Mallarmé. 
Lautréamont nos acompañó una noche 
y le dio la razón al chino: 
la poesía debe ser hecha por todos. 
Y llegaron los otros: 
Rubén Darío mandando en Nicaragua, 
Omar Khayyam con sus festejos, 
Paul Eluard uniendo parejas de amantes. 
Entre todos, 
sumergimos al chino en la piscina, bajo la luna llena, 
y se puso contento 
como cuando tenía un río, 
unos pájaros, 
un volantín. 
Ahora está arrecho otra vez, 
porque le llevan flores 
mientras trata de espantar a las cucarachas. 
Quería que lo enterraran en Helsinki, 
bajo nieves eternas. 
Le dio la vuelta al mundo, 
pasando por Londres donde una mujer lo esperaba, 
y a su regreso, 
tomó un té de manzanilla. 
Él, 
que amaba tanto las sombras, 
ya no pudo trasnocharse. 
Lúcido y muy hipócrita, 
tenía un miedo terrible a morirse en una cama. 
Sé, 
porque me lo escribió en un papelito, 
que la frase que más le gustaba era de David Cooper: 
la cama es el laboratorio del sueño y del amor.

Miyó Vestrini. 











“Antiguo oficio humano
Este de querer apagar la luz”.
Giconda Belli. 

Sin el menor oficio  queda una  por ahí esparcida
no concluye nada…  un atisbo inútil que inmuta
tras su espalda  las alas se izan, sitiada de fuego absoluto
en algún remoto instante, se levanta y huye
se va desnuda de sol a la luna  vestida de luna
a la tierra y de la tierra al cielo ya sin piel… incolora.
Se concentra en los ojos  que la ven de cerca
camina olorosa a impudicia y todos notan sus destellos
ve a todos mirarla suspicaz, libre de sospechas
Ella no camina, sórdida sobrevuela las aceras
espera que caiga el agua de la ducha
tan natural como la lluvia olvida girar la llave,
olvida llevar las toallas  y enjabona su cuerpo
con las manos del deseo
ella vuelve a la cama a impregnarse de sabanas
de almohadas y de ensueño
mira nuevamente al cielo traspasa los techos
descubre que ha estado  tocando la extensión inmortal
con la punta de sus dedos, se ha quedado gira luna

A través del tiempo, Nace, muere, vive…
Nace y navega por el infinito mar congelado
Más allá de la vida,
va a gatas,…y  cabalga.

Ana Mendoza



En qué piensa una mujer que recién ha hecho el amor”
Víctor Valera Mora



Después del oficio puro
una mujer se viste de seda blanca
se tiende boca arriba
exhala largamente
y añade la nada a su cabeza

Ha mirado las estrellas en el techo
sueña paisajes lejanos
tropieza con un trozo de canción
y mira las hojas de los árboles
como aves que vuelan
encendidas de crepúsculo

Olvida el reloj
los aretes
la pintura carmín de sus labios
la ropa que se ha quitado
y la que era antes de la tarde
el agua en calma
la mano sorda
el universo infinito
claroscuros rincones
humo de cigarro

Cuerpo preciso
que deja en la hora
del santo y seña
el sabor de nube

Vuela
aunque ya no tiene cuerpo
para tanto

Ingrid Chicote