Alerta estoy de ser
sonrisa.
AnaMendoza

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miércoles, julio 20, 2011

Amor+Relación la suma total=!



El amor en la relación es un proceso purificador, puesto que revela las modalidades del yo ¡Qué fácil es destruir aquello que amamos! ¡Cuán rápidamente se interpone entre nosotros una barrera, una palabra, un gesto, una sonrisa! La salud, el humor y el deseo proyectan una sombra, y lo que era brillante se torna opaco y opresivo. Nos desgastamos por el trato y la costumbre, y aquello que resultaba nítido y claro, se vuelve tedioso y confuso. La relación es compleja y difícil, y pocos salen de ella indemnes. Aunque nos gustaría que fuera estática, duradera, continua, la relación es un movimiento, un proceso que debe ser profunda y plenamente comprendido y no ajustado a un patrón interno o externo. El ajuste, que es la estructura social, pierde su peso y su autoridad sólo cuando hay amor. El amor en la relación es un proceso purificador, puesto que revela las modalidades del yo. Sin esta revelación, la relación muy poco significa.
La mente puede modificarse, pero el amor no. La mente puede hacerse invulnerable, pero el amor no; la mente puede siempre aislarse, ser exclusiva, volverse personal o impersonal. El amor no puede ser comparado ni se le pueden imponer limitaciones. Nuestra dificultad radica en eso que llamamos amor y que en realidad pertenece a la mente. Llenamos nuestros corazones con las cosas de la mente y así los mantenemos siempre vacíos y expectantes. Es la mente la que se apega, la que envidia, retiene y destruye. Nuestra vida está dominada por los centros físicos y por la mente. Nosotros no amamos y lo dejamos ahí, sino que ansiamos ser amados; damos con el fin de recibir, lo cual es la generosidad de la mente y no del corazón. La mente está buscando siempre certidumbre, seguridad; y Pero aun el amor del corazón tiene sus propios ardides; hemos corrompido tanto nuestro corazón que éste se ha vuelto vacilante y confuso. Esto es lo que hace que la vida sea tan penosa y aburrida. Por un momento creemos tener amor, y al momento siguiente lo hemos perdido. Nos llega una fuerza imponderable que no es de la mente y cuyo origen no podemos desentrañar. Esta fuerza es otra vez destruida por la mente; porque en esta batalla la mente parece ser invariablemente la vencedora. Este conflicto interno no puede ser resuelto ni por la mente astuta ni por el vacilante corazón. No hay medios, no hay método alguno para poner fin a este conflicto. La búsqueda misma de un medio es otro impulso de la mente para ser la dueña, para apartar el conflicto a fin de estar en paz, de tener amor, de "llegar a ser" alguna cosa.
Nuestra mayor dificultad está en percibir, de manera amplia y profunda, que no hay ningún medio para amar si ese amor es un objetivo deseado por la mente. Cuando comprendemos esto a fondo, de verdad, entonces existe una posibilidad de recibir algo que no es de este mundo. Sin el contacto de ese algo, sea lo que fuere que hagamos, no puede haber una felicidad duradera en la relación. Si usted ha recibido esa bendición y yo no, es natural que ambos estemos en conflicto. Usted puede no estar en conflicto, pero yo lo estaré; y mi pena y mi dolor harán que me aísle. El dolor es tan exclusivo como el placer, y hasta que no exista ese amor que nadie puede fabricar, la relación seguirá siendo penosa. Si existe la bendición de ese amor, usted no puede sino amarme, sea yo lo que fuere, porque entonces usted no moldea el amor conforme a mi conducta. Cualesquiera sean los trucos que la mente pueda jugar, ambos estamos separados; aunque podamos estar en contacto el uno con el otro en algunos aspectos, la integración no puede serlo con usted, sino que ha de estar dentro de mí. Esta integración no es producida en ningún momento por la mente; surge sólo cuando la mente está por completo silenciosa, cuando ha llegado al límite de sus propias posibilidades. Sólo entonces no hay dolor en la relación.
El amor no es un proceso del pensamiento

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