Alerta estoy de ser
sonrisa.
AnaMendoza

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miércoles, julio 20, 2011

Aprendamos a Ser uno




Se disfruta descubrir cómo vivir con otra persona, sin ningún sentido de lucha ni de amoldamiento. Cuando dos personas viven juntas, hay una actividad sexual, biológica que las une, o en sus vidas hay amor, hay interés y solicitud del uno por el otro. Todos necesitamos compañía y también queremos tener a alguien en quien poder confiar, en quien poder encontrar seguridad, un sentido de consuelo, de apoyo. Debido a que muy pocos de nosotros podemos estar solos, sin depender de nadie, decimos: tengo que casarme, o tendré una amiga, lo que fuere, pero debo tener a alguien con quien sentirme a gusto. Nunca nos sentimos a gusto con nadie porque vivimos sumergidos en nuestros propios pensamientos, en nuestros propios problemas, en nuestras propias ambiciones y demás.

Tenemos miedo de estar solos, Porque la vida es muy solitaria, la vida es muy, muy compleja y uno necesita a alguien con quien poder hablar. En esta relación entre hombre y mujer, si no hay amor, él la usa a ella y ella lo usa a él, él la explota y ella lo explota. Eso es un hecho.

Cómo puede vivir con otro sin ningún conflicto, sin sentido alguno de lucha, adaptación o amoldamiento. Eso requiere muchísima inteligencia, integridad.
¿Qué significa estar relacionado con otra persona? Se puede estar relacionado físicamente de manera muy estrecha, íntima, pero ¿alguna vez estamos relacionados psicológicamente, en lo interno?

No románticamente, sentimentalmente; me refiero al sentido profundo de estar relacionados. La palabra relación significa estar en contacto, tener un sentido de totalidad con el otro, no como entes separados que se juntan y se sienten totales, sino que la relación misma produce esta cualidad, esta sensación de que no están separados.

Ésta es, en verdad, una cuestión sumamente importante, porque nuestras vidas están, en su mayor parte, muy aisladas, muy separadas, muy cuidadosamente estructuradas a fin de que no seamos perturbados en lo psicológico. Y una relación así debe originar, inevitablemente, conflicto, perturbación y toda la conducta neurótica que tenemos. Por consiguiente, aclaremos juntos qué entendemos por relación, no sólo el significado de esa palabra, el significado verbal, sino el significado que hay tras la palabra, tras las dos personas que se han relacionado.

Si cada uno de nosotros dice que nos estamos ayudando mutuamente a florecer, a crecer, a realizarnos, a ser felices juntos, entonces seguimos manteniendo el espíritu de aislamiento. Ahora bien, Toda la estructura religiosa sostiene que estamos separados, que somos almas separadas, ¿Es que el pensamiento en sí es separativo? Pienso que mi conducta debe estar separada de la suya, porque de lo contrario existe el temor de que nos volvamos automáticos, zombis, que nos imitemos unos a otros. El pensamiento ha separado el mundo en nacionalidades. Usted es italiano, yo soy venezolana, yo soy francés, usted es ruso y así sucesivamente. Esta división es creada por el pensamiento. Y el pensamiento supone que en esta separación, en esta división hay seguridad; perteneciendo a una comunidad, perteneciendo al mismo grupo, teniendo fe en el mismo gurú, creyendo en las mismas ropas que uno viste conforme a los mandatos del gurú, uno se siente seguro, al menos tiene la ilusión de que está seguro.

Porque el pensamiento se basa en el conocimiento, que es la inmensa experiencia acumulada del hombre, ya sea en el mundo científico, tecnológico o psicológico. Hemos acumulado una gran cantidad de conocimientos, tanto externa como internamente. Y el pensamiento es el resultado de esos conocimientos, el pensamiento como memoria, conocimiento, experiencia. Por lo tanto, el conocimiento jamás puede ser completo acerca de nada: acerca de Dios, del nirvana, del cielo, de la ciencia..., de nada. De modo que el conocimiento debe marchar siempre junto con la sombra de la ignorancia. Por eso, cuando el pensamiento penetra dentro del campo de la relación, debe crear una división, porque el pensamiento mismo está fragmentado, el pensamiento mismo es limitado.

Se han preguntando lugar ocupan el conocimiento, la experiencia, los recuerdos acumulados, en la relación. Uno ha vivido con su esposo, su novio o lo que fuere, y ha acumulado información. Ha recordado las penosas declaraciones que él ha hecho o que uno ha hecho; existe todo este desarrollo de la memoria que da forma a una imagen, la cual interfiere en la relación con la otra persona. Y él está haciendo exactamente la misma cosa. Puedo conocer a mi esposo: su apariencia, el modo como se comporta, ciertos hábitos que tiene. Eso es bastante obvio. Pero ¿por qué debo decir «lo conozco»? Cuando digo que la conozco ya he limitado mi relación. No sé si lo comprenden. Ya he creado un bloqueo, una barrera entre los dos. ¿Significa eso que en mi relación con ella me vuelvo irresponsable? «Básicamente, no lo conozco a usted», ¿soy irresponsable? O me he vuelto extraordinariamente sensitivo -si es que puedo usar esa palabra; es una palabra errónea-, soy vulnerable, no tengo sentido alguno de división, no tengo barreras…

Por lo tanto, si poseo esta cualidad de mente, de cerebro, si siento que la relación es un florecer, un movimiento -no es algo estático, es una cosa viva, uno no puede ponerla en una canasta y decir «es eso» y no moverse de ahí-, uno puede vivir con otra persona, sexualmente, pueden vivir como compañeros, tomarse de la mano, conversar e ir a un Registro Civil o pasar por una ceremonia católica o protestante y ser atados allí; o pueden vivir sin estar casados. En un caso, he tomado un voto de responsabilidad; en el otro, no. En uno, estoy legalmente casado y la separación o el divorcio se vuelve más bien difícil; en el otro es bastante simple, ambos nos decimos adiós y nos marchamos en direcciones diferentes. Y eso es lo que está sucediendo cada vez más en el mundo. Toda relación entre dos personas es una mera forma de atracción, de respuestas biológicas por ambas partes, curiosidad, el sentimiento de querer estar con el otro, lo cual puede ser el resultado del inconsciente miedo a la soledad, un hábito establecido por la tradición. Soy responsable por las personas con las que vivo. Soy responsable, no sólo con respecto a mi esposo, sino que soy responsable por lo que está sucediendo en el mundo. Soy responsable de ver que no se mate a la gente. Soy responsable. Responsable de ver que no hay ti violencia.

En Occidente, la familia está desapareciendo más y más, mientras que en Oriente la familia sigue siendo el centro. Ésta es tremendamente importante; por la familia harán cualquier cosa, aunque sean primos lejanos se mantendrán unidos, se ayudarán unos a otros usando toda clase de influencias. Pero aquí, poco a poco eso está desapareciendo por completo. Si tengo hijos, si los amo realmente y me siento responsable, lo soy durante toda la vida de ellos, y ellos deben sentirse responsables de mí durante toda su vida. Debo ver que sean educados debidamente, que no se les asesine a causa de una guerra.

A menos que tenga esta cualidad de amor, todo carece por completo de significación. Y, si estoy intentando no ser egoísta, no estar aislado, tener este sentimiento de afecto profundo en el cual no hay apego ni posesión ni persecución del placer. Donde hay amor, éste tiene su propia inteligencia, su propia responsabilidad.

Sólo para los muy, muy pocos que aman, la relación conyugal tiene significación, y entonces es indestructible, entonces no es mero hábito o mera conveniencia ni está basada en la necesidad biológica, sexual. En ese amor que es incondicional se han fusionado las identidades, y en una relación así hay una cura posible, hay esperanza. Para unir entre sí las identidades separadas, tanto el marido como la esposa tienen que conocerse a sí mismos. Eso significa amar. Pero no hay amor, lo cual es un hecho obvio. El amor es siempre puro, nuevo, no es mera gratificación ni mero hábito. El amor es incondicional. Y no es así como nosotros tratamos a las esposas o maridos, cada cual persiguiendo sus propios intereses, sus propias ambiciones y necesidades, cada cual buscando en el otro su gratificación, su seguridad económica o psicológica. Una relación semejante no es relación en absoluto; es un proceso mutuo de necesidades psicológicas, biológicas y económicas en el que ambos se encierran aislándose uno del otro, y el resultado obvio es el conflicto, la infelicidad, los regaños, el temor posesivo, los celos y demás.

El amor no es cuestión de hábito; es algo dichoso, creativo, siempre nuevo. En consecuencia, el hábito es lo contrario del amor, pero somos prisioneros del hábito y, naturalmente, la relación habitual que tienen con el otro es una relación opaca, apagada. Y cuando mueren hay alguien que llora, no por el compañero o la compañera que ha muerto, si no por su propia soledad. Ustedes siguen igual, no cambian, y piensan que son seres humanos capaces de legislar, de ocupar altas posiciones, de hablar acerca de Dios, de hallar una manera de detener las guerras, etc. Ninguna de estas cosas significa nada, porque ustedes no han resuelto ninguno de los problemas fundamentales.

Ésa es una cuestión que concierne a todos los seres humanos, ya sea que vivan en Oriente, o aquí. Es un problema que incumbe realmente a la mayoría de los seres humanos. Aparentemente, dos personas, hombre y mujer, no pueden vivir juntos sin conflicto, sin sufrimiento, sin un sentido de desigualdad, sin ese sentimiento de que no están profundamente relacionadas la una con la otra. Uno se pregunta por qué. Puede haber múltiples causas: sexo, temperamento, sentimientos opuestos, creencia, ambición... Pueden existir muchas, muchas causas para esta falta de armonía en la relación. Cuando son muy jóvenes se involucran sexualmente, etc., y más tarde, a medida que van envejeciendo un poco, se aburren el uno del otro y, gradualmente, escapan de ese aburrimiento por intermedio de otra persona, divorciándose..., usted ya conoce todo lo demás. Pero encuentran el mismo problema con la otra persona. De modo que debo tener paciencia. Pero con esa palabra paciencia no quiero decir permitirle al tiempo que opere. No sé si ha examinado la cuestión de la paciencia y la impaciencia.

Está mirando; por lo tanto, no se halla agitado, ésa no es la actividad del deseo, de la voluntad. Biológicamente, somos diferentes, pero existe el sentimiento de una profundamente arraigada acción separativa individual. Primero son las reacciones sensorias, sensuales, luego las respuestas emocionales, románticas, sentimentales, somos entidades separadas; cada uno debe realizarse a su propio modo y, por lo tanto, la separación es básica»

Pueden correr paralelas una junto a la otra, pero no se encuentran jamás, igual que dos vías férreas que nunca se encuentran. Y todo cuanto hago es tratar de encontrarme con ella, tratar de vivir en armonía, me esfuerzo: « ¡Oh, querida, eres tan buena!», repitiendo, repitiendo, pero sin que nos encontremos jamás.

Si carece de validez, debo estar muy seguro, absoluta, irrevocablemente seguro de que es una ilusión, y debo preguntarme si el cerebro puede romper con esa ilusión y darse cuenta de que, psicológicamente, somos todos similares Mi conciencia es la conciencia del resto de la humanidad; aunque biológicamente seamos diferentes, psicológicamente nuestra conciencia es similar en todos los seres humanos. Si alguna vez me doy cuenta de esto, no intelectualmente sino a fondo, en mi corazón, en mi sangre, en mis entrañas, entonces mi relación con el otro experimenta un cambio radical.

Si combatimos el uno contra el otro todo el día, como casi todos lo hacen en esta lucha, en este conflicto -usted sabe, la amargura, la ira, el odio, la repulsión, lo soportamos tanto como podemos, y después llega el momento en que debemos romper. Conocemos este patrón tan familiar. Hay cada vez más divorcios. Y el interlocutor pregunta: Es muy interesante, investiguémosla. Veo, o ella ve -mejor pongámoslo en la cuenta de ella- ella ve la necedad, el absurdo, la naturaleza ilusoria del individuo. Ella lo comprende, lo siente, y yo no, porque soy varón, soy más agresivo, más impulsivo y todo eso. Ella ha comprendido esa naturaleza y yo no. Ella no quiere reñir conmigo, nunca. No entrará para nada es ese terreno, pero yo estoy presionándola constantemente, empujándola y tratando de arrastrarla a ese terreno. Yo estoy creando el conflicto, no ella. si soy algo sensible, si tengo por ella un sentimiento verdadero, comienzo a transformarme también, porque ella está irrevocablemente ahí. Ella no se moverá de ahí. Vea lo que sucede. Si dos objetos móviles se encuentran, Pero si uno de ellos, la mujer, es inamovible, y yo soy movible, cedo naturalmente ante aquello que es inamovible. Entonces ella por su misma presencia, por su misma vitalidad va a transformarme, a ayudarme.

Amo a una mujer, ella me ama y nos casamos; todo eso es perfectamente claro y sencillo, no contiene conflicto alguno. No pueden dos personas estar enamoradas y ser ambas tan inteligentes y sensibles como para que haya libertad y ausencia de un centro generador de conflicto. En el sentimiento de estar enamorado no hay conflicto. En el amor no hay pérdida de energía. La pérdida de energía está en todo lo que sigue: celos, afán posesivo, sospechas, dudas, miedo de perder ese amor, la constante exigencia de garantía y seguridad. Por cierto, debe ser posible funcionar en una relación sexual con alguien a quien usted ama.

La dificultad está en que no amamos; y si amamos a alguien, queremos que ese amor funcione de un modo particular, no le damos libertad. Amamos con nuestras mentes y no con nuestros corazones.

1 comentario:

Unknown dijo...


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