NOSTALGIA
I
Hoy
llueve suavecito. En el techo se escucha todo ese mar del cielo como una
caricia. Mientras tanto la noche va entrando silenciosa como todas las noches a
mi cuarto. Recuerdo a Ifigenia cuando describía su mirada en los naranjos....
Me
voy quedando quieta escuchando antiguas canciones que me recuerdan la infancia
ida, los primeros enfrentamientos a la muerte. Hoy he pensado en la muerte....
II
La
vieja tramposa se acerca a mi cama y me trae fantasmas de quienes amé. Mi padre
no termina de irse, mientras veo las botellas vacías en la calle, vacías de
amor, como cualquier jugador de loterías. Mis tías viejas, las amadas, regresan
para recordarme los deberes de la mujer en la casa. La cama sigue en el vacío
nocturno como cualquier mar sin ningún bañante.
III
¿Cuántas
muertes tenemos que tener para llegar a una vida? Promuevo risas y alimentos.
Aliento y esperanza mientras que la lluvia me recuerda que no se puede estar
tanto tiempo enlutado. Hay que vestirse de aguas y salir hacia la calle. Dejar
suspendidos los miedos en la mitad de la sala y emprender una nueva fuga ante
la página en blanco.
IV
Regreso
del mediodía. Encuentro a Silvia Plath en mi escritorio. Leo que también oreaba
las sábanas. Olor de agradable cotidianidad. Sábanas limpias para las almas
solitarias que dejan a un lado sus padeceres para encontrar sueños que no son
muertes, tejiendo vida dentro de la razón. Ariadna registra el baúl y encuentra
el hilo de oro que salvó a Teseo.
V
Las
razones de la muerte son extrañas y de altas decisiones. Nadie puede darle la
espalda. Nos acompaña obsesionadamente esperando la caída.
Por
eso temo a la sombra que se desliza por las paredes. Sin embargo, la enfrento
para vivir en esta penumbra donde existo mientras que afuera la lluvia me canta
que puedo seguir adelante.
Simplemente una Ana más
verde.
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