Alerta estoy de ser
sonrisa.
AnaMendoza

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lunes, diciembre 09, 2013

Ágata de fuego, tu mirada. En inflexiones de sol



Todas tus complejidades, enredos y laberintos se borran con el amor:
Cuando amas en correspondencia constatas que tus complejidades eran solo un parche para tus miedos más profundos e incomprendidos en soledades.

Y en ese estado de amor verdadero, fluyes en el gozo de la verdad y luz libre que avanza en la simpleza de la perfección.  
Poderosa e hidráulica, como un río.

Mas no sirve de nada cruzar diez mil kilómetros de desiertos, montañas y quebradas, si no te has encontrado a ti mismo. 
En tu universo basto.

Como una oruga, detente y concéntrate en ti. 
No te muevas… como capullo en la tierra.
Oruga de vidas lejanas. 
En melodía del piano fantasma, de noche en vela. 

Ilumina hasta lo más íntimo y recóndito. 
Luego podrás salir al mundo a amar, en eclosión de mariposas. 

Álzate a las nubes en trayectoria libre a tu sol negro.
 Ama al camino pedregoso, pues será del que mas aprenderás.  
Te verá encontrar miradas:  reflejado en alguien más. 
Y en esa correspondencia sentirás amor.

Encontraras ese destello efímero.
Luego no te entristezcas de lo perecedero e imperfecto.
El amor es cosa de dioses. 
Solo exprímelo desde su raíz, hasta tus labios jadeantes y ansiosos en vapores profundos y secretos.

Bébelo gota a gota hasta que se seque. 
Eres trashumante de rastrojos de amor.
Una mirada, una caricia. 
Un estar en silencio basta, en lejanías cómplices.


Besaré tu ombligo

Y habitaré hasta tu espalda

con mi lengua rubí. 



Beso de durazno en flor

en brisa de vaivén

de mares distantes,

y barcos antiguos.



Sangre purpura secándose 

en tus alas de tarde sol. 



Descubre mi continente extraviado

y te regalaré el fruto escondido 

de mi jardín selvático.

El maíz inti.



Anoréxico de maravillas.

Ni las quiero así.

Si no estás aquí.



Y me pierdo en los templos de dioses olvidados hasta tu llegada, a mi confín.

Cíclicamente llegas como en mareas de besos, con tus ojos silentes y de brillos traviesos.
Eres exquisita, inquieta y erudita.
Frescura de besos, manjar de la mañana y almuerzo.
Tu brillo en mi interior estelar, en el cenit de mi cielo-alma firmamento, que eclipsa mis estrellas-átomos con tus fulgores recónditos.


Ágata de fuego,

tu mirada.

En inflexiones de sol.

Tú mi estrella.

Jorge Martínez Lecaros

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