En las brumosas negruras
o en las primogénitas ciénagas del planeta antiguo,
respiro tu nombre y pleno de ti,
yo solitario volátil,
emplumado en ráfaga fresca de vuelos azules,
siento, me siento en ti,
en tus negruras mas amadas por mí.
Como el tiempo oxidado y ferroso.
Muto, extraigo.
Pacificar.
Te das cuenta que los humanos somos la versión caótica de los primates?
Soy el árbol del viento.
El templo con olor amadera quemada.
Antigua, amarillenta de vidas que pasan en ojo de águila.
Aurora cyan. Olor a ciprés mojado.
Encripta la cripta cifrado, codificado.
Miro tu librero-tótem, glorioso místico.
Soy un desastre, incompleto.
En realidad somos más que Cristo y diablo juntos,
somos humanos,
somos corriente y hálito de vida siempre existente,
Yin y Yang. Feto y madre,
perfecta sinfonía nocturna de mares universos.
Dibujo un trazo con mi lengua en tu arena de espalda.
Agarro tus leones del cuello y los miro en fulgor.
Escupe la savia.
Río tu sonrisa, agarras tu libro, leo de lado.
A ti Dios, te doy mi paz.
Ahora se tú bueno. Sé Tú.
Ser.
Yo soy.
Déjame crear alquimia y extraer el sol a gotas,
en lágrimas de frascos secretos y enterrados
en la caja mística, serena de tierra fría y profunda.
Separo las piedras.
Tierra suave y negra de sepulcro de cama.
Eres factor anárquico,
Imprimes luz al movimiento
Tu vela no se apaga,
En el fuego bostezado.
Tu pañuelo palestino,
en busca de fortalezas.
En piedra lanzada al mundo,
de tu mano,
la pétrea rebeldía.
La única manera en que la luz se manifieste
Es golpeando.
En la mano de un niño de sol,
combativo, lejano, suicida,
te amo.
Te siento, te arrullo, te beso..
Ser.
Yo soy.
Déjame crear alquimia y extraer el sol a gotas,
en lágrimas de frascos secretos y enterrados
en la caja mística, serena de tierra fría y profunda.
Separo las piedras.
Preparo mis manos.
Jorge Martínez Lecaros
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