A solo unos días de terminar el año, vengo
corriendo a hacer el trabajo que no hice en tantos días, algunas veces uno deja
de escribir para vivir sin excusa alguna, como deberías vivir toda la vida, y haces cosas de las cuales no imaginaste
tener capacidad, cuando te subestimaste con toda la soledad que te dan las
personas que solo ocupan espacio y tiempo. Seguro suele ser así… imagino,
cuando una pasa sus días con un millón de ilusiones, solo por encontrar al amor
ese que es posible solo en sueños.
La primera vez que me tocó ir al psicólogo,
recuerdo me llevaron mis padres, era un poco rebelde para la época, iba muy mal
en matemática, tenía también mucho miedo al fracaso por lo cual me encerraba en
mi mundo donde yo todo lo podía. Escribía hasta por los codos, y todo era rosa, rosa
romance, una niña demasiado buena como para salir al mundo real, recuerdo que
ella mi psicóloga, Hilda Troncoso que era
una mujer grande me decía con toda la ternura, como tratando de convencerme,
que los niños de mi edad, jugaban en la
calle con otros niños, que se divertían en la naturaleza, bajo los árboles,
saltando seguramente… mis padres la habían convencido a ella de decirme
aquellas cosas y ella hacía muy bien su trabajo mientras mi mente volaba ,
escapando por cuanta ventana me alzara al viento y me llevara muy, lejos muy
lejos.
En ese tiempo mi príncipe era azul, el azul
del infinito, y los 111 tonos de azules
que puede uno encontrar…cuando le gusta el azul: Era un príncipe lleno de
arco iris de cielo y de amor inmenso, el hacía que yo nunca estuviese sola, era
como si me hablara con solo escucharme, lo tenía mareado con tanta conversación
telepática todo el día. Así que no importaba lo que pasara a mi alrededor yo
siempre andaba en modo sueño romance nivel experto.
Con el tiempo uno va a entiendo que ese ser
único no está al alcance de la mano, conoces y conoces personas que no tienen
ni un poco de eso que soñaste y uno comienza a darse cuenta que los sueños eran
demasiado petulantes y demasiado volados.
Nuevamente vivimos transitando como en
círculos, estancados en el trayecto donde dejamos de ser puros para complacer a todos en busca de aceptación,
yo hice la que olvide como se escribía, guardé mis papelitos, mis novelas rosa
mis libros, y un poco mi imaginación. Guardé todo aquello como quien esconde un
gran secreto, escondí mi corazón, comencé a sonreír y me acostumbre a ello a
mostrarme siempre feliz exitosa y llena de cosas y más cosas, para el auto, para
la casa, para tu aspecto, para tu cabeza, para mantener todo esta mentira de
ser alguien que todos quieren. Una falsa indiscutible.
No creas, una cosa es escribirlo y otra
vivirlo, comencé a entender que realmente estaba sola. Que estaba bien así, que
no había para dar más, porque no sabría como reconocería a este ser colgado de
mis pensamientos.
En el fondo de un gran baúl de silencios y
cosas viejas, como de otras vidas, ame las lámparas encendidas, la luz de la
luna, el brillo de estrellas y de los ojos, también, ese de la sonrisa divina
cuando es real.
Una mañana desperté, y el estaba allí, yo me
sentía muy mal, no sabía cómo regresar el tiempo me arrepentía de todo cuando
hice para no cuidar mi salud y estaba recluida, recaída, requetejodida, dando
manotazos de ahogado para salvarme nuevamente y con más ilusión que suerte
esperando solo un milagro.
Pero él con un pequeño gesto me hizo
despertar, me había alejado de mí, me di cuenta que había dormido más de la
cuenta, y que todo ese amor que profesaba venia de mi corazón plástico
rojinegro, que una vez fue rosa. Era como esa negación de la adolescencia
cuando tus padres no te dejan ir a alguna fiesta y tus dices bueno es que yo no
quería ir, la idea es no perder y sufrir por aquello que no tienes, y medio
resignado te haces el que no, no te importa.
Y ya no sabía de qué color era la esperanza y
las ilusiones,. El rosa quedó solo en recuerdos de mis vestidos de niña, y me
aleje de la gente para refugiarme toda de negro, sin príncipes de colores, sin
nada más que un par de gatos dormidos a mis pies.
Él lo más cercano de la palabra amor.
El amor lo cura todo. Siempre.
A.M.
A.M.
escrito a unos días, horas antes de terminar el 2013.
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