Alerta estoy de ser
sonrisa.
AnaMendoza

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viernes, enero 17, 2014

BUENAS RAZONES



I

No sé si inscribirme en la guerra del fin del mundo. Después de todo, todos somos lo mismo: huesos, carne, sangre y tuétanos que se mueven. Tengo el derecho a elegir hacia donde reparo mis contingencias, si coso los ruedos de los pantalones, si me pongo un sostén de colores o si cargo cuatro reses en mi espalda. Todo es cuestión de escuchar lo que el viento trae por la noche. Ando como papagayo enrededado en líneas eléctricas.
II

Postergo el viaje al infinito por razones de hermenéutica y diatribas de exquisiteces tribales. Me uno a la corte de quienes comen ciertas delicias cocidas con excusas. Hoy es miércoles y aún estoy en esta tarde recibiendo noticias de viejos mundos con la posibilidad de irme hacia un horizonte más lejano y más libre que este que me arruga la espalda mientras sigo viendo el hastío pasar por mi puerta con su vestido de colores fuertes.
III

Hallo un hueso de dinosaurio en el baño y lo escondo para guardarlo en la alacena que previamente he lijado de antigüedades. Demuestro de un tirón que soy todo lo que existe en mis doscientos kilos de peso que sólo se desmoronan por ausencia. No sale el sol por la parte del oeste puesto que por allí no es el horizonte. Aunque es obvio aun hay que gente que no digiere la cardinalidad como regla exacta de la rotación del universo.

IV

Me compró un vestido para ir un momento a las Pléyades y escaparme de la escalera que compré a bajo costo con todo lo que cobro por las excomuniones. Doy libertades para que cada quien se ubique en el cielo que prefiera. No me entrometo en las lisonjas ofrecidas a las jóvenes que serán manoseadas hasta el cansancio mientras logran entender que el amor es un vicio que de nada sirve. Dejar que el tiempo pase es una estrategia para pensar mejor en lo que menos se puede y los anhelos se meten en baño de maría para conservar cierta tibieza cuando los pies se cansan.


V

Proveo conciencia de leyes raciales para que nadie se escupa los ojos. Saco cinco pestañas y con ellas hago cuchillos para que no me perturben. Paso la hoja, paso la vida y cambio de consonante. Uso nombres propios y dejo de sonar la pandereta. Al final la seriedad se promete a sí misma una carcajada. Se mira al espejo y truena el eco de la risa. No queda otra que ponerse de buen humor porque las buenas razones están de vacaciones.

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