I
Involucro a la locura con algunos
ejercicios de peluquería. Me pongo un par de anteojos de agua para
salir a la calle y entonces caigo en cuenta que mi cabello está plagado de
espacios infinitos que arremeten contra cualquier estima de valor
radicalmente. Vuelvo al espejo frente a mi cama y allí
encuentro algunas cabellos imaginarios. En la cabellera faltante se
me fueron las ideas y más tarde las tomaré con el café de la mañana que
no hará otra mano sino la mía.
II
Allá el señor de los ojos negros está
sentado frente a un computador buscando que los impuestos no sean usados para
la literatura. Se vuelve huraño más que yo y entonces comienza a
celebrar las metáforas que jamás están escritas en tercera persona. Los
verbos comienzan a jugar dentro de los ejercicios de gramática queriendo saltar
de las líneas mientras que las notas musicales se colocan papel de aluminio
ante los ojos para no ver quien las manosea y las araña.
III
Regreso al cuarto a observar la ropa doblada
y el aire se perfuma de canela. Recorro los rincones buscando el
pasaje que seguramente tengo para un paseo cercano a la mitad del
cuerpo. El ombligo tambalea buscando su centro y entonces se da
cuenta de que no es un ser aislado entre los fractales y los
solsticios. Se deja llover de pronto y salta a la pena máxima cuando
se ruboriza ante cualquier frase inusitada que no espera encontrar a causa de
la lluvia.
IV
El teléfono espera que se acabe la
tortura para configurar su propio perfil hacia los mundos avanzados que no
permiten dormir a las señoras que se encuentran atadas a la
perfección. Se extravía en los rumores de una noche
donde la lluvia teje una historia entre distancias y
recuerdos. El instrumento de navegación marca nuevo ritmo a la
aurora mientras que la tormenta pasa rauda en los avatares de nuevas
luces que siempre han estado en una caja cósmica.
V
Me levanto de la hamaca para tomar unas
gotas de lluvia y enternecerlas con un abrazo. Ellas se fugan hacia
abajo llenando los espacios que se dejan olvidados en la terrible espera de
tiempos mejores. Entonces dejo los pies tranquilos y ellos reciben
la locura de la caricia. Siento en el dorso un girar de estrellas
mientras que la lluvia me empapa de novedades y sueños.
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