visita inesperada 1959
La obra de Remedios Varo es poesía en movimiento; conjuro
de un instante para escuchar lo que describe en su pintura. Cada imagen nos
introduce en un sueño y nos lleva a recorrer habitaciones, edificios góticos,
escaleras, gatos, seres andróginos, insectos, astros, bosques nocturnos,
objetos que giran, personajes alados, representados en una obra geométrica, un
mundo onírico, hermético, un caleidoscopio que conforma la figura de Remedios
Varo y nos habla a los ojos y al espíritu. Remedios Varo trasladaba sus sueños
al lienzo y a través de lo etéreo, con cierto aire mágico, de misterio, crea
una atmósfera densa, iluminada muchas veces con la luz de una vela, luz de su
espíritu, para mantener vivos sus recuerdos. Manifiesta recuerdos de su niñez,
vivencias femeninas, la guerra y la búsqueda del conocimiento, la naturaleza,
la ciencia, la religión y la filosofía.
Pero iniciemos un retorno para situarnos en 1908, año en
que nace María de los Remedios Varo Uranga, en Anglés, España. Desde muy joven
mostró inclinación por la pintura, arte donde fusiona la gran religiosidad de
su madre y la ingeniería hidráulica de su padre, libre pensador, quien la
alentó para que estudiara en la Escuela de Artes y Oficios y, posteriormente,
ingresara a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid,
precisamente donde un año antes Salvador Dalí había sido expulsado por
irreverente. Durante esa época y siempre con el apoyo de su padre, Varo recorrió
varias veces el Museo del Prado, donde admiró las obras del Bosco, El Greco y
Goya. Su inquietud por conocer otras técnicas la lleva a París, donde conoce a
André Breton y Paul Éluard, dos de los principales exponentes del surrealismo.
Una vez familiarizada con este movimiento se integra al grupo Logicofobista,
“opuesto a la lógica”, que pretendía representar los estados mentales internos
del alma utilizando formas sugerentes, o, como lo hacían con la escritura,
“dejar fluir las caprichosas figuras amorfas”. Durante su participación con
este grupo pinta L’Agent
double, obra que ya representa su estilo. Varo era una mujer de gran
sensibilidad, que vivía una realidad más allá de la cotidiana; tal vez por eso
huye de España a causa de la Guerra civil y se refugia en Francia, país que
también abandona al declararse la segunda guerra mundial. Ahí fue detenida y
enviada a un campo de concentración donde, con la ayuda del Comité para
Rescates de Emergencia, escapó a México, país que le permite desarrollar casi
toda su obra.
Mujer Saliendo del Psicoanalista
Robo de sustancia
Tailleur pour dames
En
forma paralela sigue enviando trabajos de diseño gráfico para Bayer de México,
actividad que realizaba desde su primer matrimonio. Como española, conocía muy
bien los principios y la iconografía de la alquimia medieval, arte que expresa
para dibujar a los alquimistas antiguos con sus matraces, alambiques y hornos
para mezclar, separar, fundir o aislar la historia de otros mundos, otras
realidades, otras ideas: relata con iconografía científica. Al tener afinidad
con los surrealistas y las teorías de Gurdijeff, Freud y Jung, explora el
psicoanálisis, la gravitación universal, el misticismo, el budismo, la magia,
el tarot y la Cábala; también, la influencia de la cultura y el sincretismo de
los rituales prehispánicos que conoció cuando llegó a México. El gusto por
temas esotéricos y la alquimia nos recuerda la pintura del Bosco, aunque
marcada por una gran diferencia en cuanto a la forma en que los representa.
Algunos biógrafos dicen que los instrumentos con que dibuja están inspirados en
los inventos de Leonardo da Vinci. Sin embargo, hay que recordar la profesión
que desarrollaba su padre, ingeniero hidráulico ¿Hasta qué grado sus inventos
no están inspirados en los dibujos que él hacía?
Con Leonora Carrington tuvo una entrañable amistad; la llamaba
“mi alma gemela en el arte”. Ambas compartían el mundo onírico, esa metáfora de
sueños sin tiempo ni espacio. Sus viajes también fueron interiores; aglomeró
las enseñanzas en su afán de manifestar el mundo que la rodeaba. Creó un cosmos
pictórico lleno de imaginación y poesía, como los sueños de la niñez.
En 1963, a causa de un ataque cardiaco y cuando aún no
cumplía cincuenta y cinco años, Remedios Varo murió. Naturaleza muerta resucitando es su última pintura. Al observarla
nos dejamos llevar por el movimiento de los objetos: sobre una mesa cubierta
por un amplio mantel que parece danzar, se encuentra una vela encendida que
representa el espíritu de la existencia, es decir, un cosmos girando
frenéticamente, chocando entre sí. ¿Quién podría afirmar que ella, presintiendo
su muerte, se representó en esa vela como una metáfora? Si así fuera, Remedios
Varo es la luz que abraza el sueño para alcanzar la libertad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario