“El arte es el esfuerzo incesante
por competir con la belleza de las flores... sin triunfar jamás.”
Chagall
Světla a lampy, Marc
Chagall
"Los dedos deben ser educados, el pulgar nace
sabiendo."
Chagall
Marc-Chagall
A wheatfield on a summers afternoon
El arte de la alegría
La vida vivida, la historia, la imagen y la
representación interactúan continuamente y se proyectan en un espacio: la obra
artística. De ahí que la imagen, al igual que la grafía, tenga ese poder
comunicativo: la imagen artística no es sólo imagen, es más que imagen, así
como el trazo no es tampoco sólo trazo. En este sentido, el arte, se ha dicho,
nos hace partícipes de una idea suprasensible por medio de sus elementos
sensibles, y eso mismo puede perfectamente aplicarse al análisis grafológico.
Pero cabe ver en la imagen/trazo ese doble sentido
que a continuación vamos a descubrir en Chagall, la imagen como representación
pero también como ausencia de la misma. Lo que la imagen muestra, lo visible,
la representación embellecida o no del mundo, eso es la belleza, y también la
belleza es un criterio artístico; sin embargo, la imagen como ausencia está
apelando a lo que no está en el mundo visible, al invisible, a lo que no puede
ser representado, y ahí hablamos de sublimidad. La obra puede ser sublime, pero
no bella al mismo tiempo. Porque lo sublime es de por sí negativo, pues no se
halla en el objeto del mundo exterior, de la naturaleza que representamos, ni
tampoco es resultado de una producción formal o bella de un producto artístico.
Lo mismo puede decirse de la grafía, letras “bonitas” no revelan necesariamente
apreciaciones “gratas”.
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