Alerta estoy de ser
sonrisa.
AnaMendoza

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martes, agosto 04, 2009

Pablo Neruda


Obras

Crepusculario.
Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Tentativa del hombre infinito.
El habitante y su esperanza. Novela.
Residencia en la tierra (1925–1931).
España en el corazón.
Nuevo canto de amor a Stalingrado.
Tercera residencia (1935–1945).
Canto general.
Los versos del capitán.
Todo el amor.
Las uvas y el viento.
Odas elementales.
Nuevas odas elementales.
Tercer libro de las odas.
Estravagario.
Cien sonetos de amor.
Navegaciones y regresos.
Poesías: Las piedras de Chile.
Cantos ceremoniales.
Memorial de Isla Negra.
Arte de pájaros.
Fulgor y muerte de Joaquín Murieta. Bandido chileno ajusticiado en California el 23 de julio de 1853.
La Barcarola.
Las manos del día.
Fin del mundo.
Maremoto.
La espada encendida.
Discurso de Estocolmo.
Incitación al Nixonicidio y alabanza de la revolución chilena.
La rosa separada. Obra póstuma.
Libro de las preguntas.
Confieso que he vivido. Memorias.
Para nacer he nacido.
El río invisible.


TENGO MIEDO
Tengo miedo.
La tarde es gris y la tristeza
del cielo se abre como una boca de muerto.
Tiene mi corazón un llanto de princesa
olvidada en el fondo de un palacio desierto.
Tengo miedo. Y me siento tan cansado y pequeño
que reflejo la tarde sin meditar en ella.
(En mi cabeza enferma no ha de caber un sueño
así como en el cielo no ha cabido una estrella.)
Sin embargo en mis ojos una pregunta existe
y hay un grito en mi boca que mi boca no grita.
No hay oído en la tierra que oiga mi queja triste
abandonada en medio de la tierra infinita!
Se muere el universo, de una calma agonía
sin la fiesta del sol o el crepúsculo verde.
Agoniza Saturno como una pena mía,
la tierra es una fruta negra que el cielo muerde.
Y por la vastedad del vacío van ciegas
las nubes de la tarde, como barcas perdidas
que escondieran estrellas rotas en sus bodegas.
Y la muerte del mundo cae sobre mi vida



MARIPOSA DE OTOÑO
La mariposa volotea
y arde -con el sol- a veces.
Mancha volante y llamarada,
ahora se queda parada
sobre una hoja: que la mece.
Me decían: -No tienes nada.
No estás enfermo.
Te parece.
Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de las mieses.
Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.
Me decían: -No tienes nada.
No estás enfermo.
Te parece. Era la hora de las espigas.
El sol, ahora, convalece.
Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.
Se va la mano que te induce.
Se va o perece.
Se va la rosa que desates.
También la boca que te bese.
El agua, la sombra y el vaso.
Se va o perece.
Pasó la hora de las espigas.
El sol, ahora, convalece.
Su lengua tibia me rodea.
También me dice: -Te parece.
La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece.

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