A las naciones indígenas de América
A danzar viene el Sol a la piel,
dorada por Dios.
A danzar,
tañen los dientes de oro,
brincan los suelos
en las uñas del toro.
Corre por los caminos,
por las arterias.
Sangre viva,
sangre del cuerpo pasado.
Acoge mi sangre;
entra a circular por tu nombre.
Soy una mezcla,
soy un pan,
soy mestizo.
Tus antepasados y tus hijos
lanzan piedras contra mí.
Al alcanzarme las piedras
se unen a mi cuerpo,
se convierten en panes.
Toma este pan,
toma esta vida,
toma la Tierra
que es tuya.
Tierra donde parieron todas nuestras madres,
donde vivos bebemos leche de la estrella.
A danzar, viene el Sol
con tus dientes de oro.
Brinca en la piel que llevas
dorada por los dioses.
Toma esta sangre;
es lo que sé sagrado
para un pacto.
Sangre antigua es.
Viene de dos ríos,
dos corrientes,
quizá tres o cuatro afluentes.
Es un río silencioso,
espera su hora para bramar.
La hora cuando se junten los ríos,
a cielo abierto bajo el Sol,
en secreto ánimo de danzar
y ser uno con los dioses,
en un pacto alto
que se llame Tierra,
que se llama Madre,
que nos llame hermanos.
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