Que vacío mal vestido
Que desiertos tan mundanos
Que desnudez
de las de palabras tan quebradas
justo en las fauces de la piel
Aquí llueve, llueve, llueve y no cesa
Que inherente engaño de tus ojos
palpando mi tez bajo el agua
el de moverse entre las hojas,
siempre esquivando
para seguir seco como un desierto,
que clandestina presencia
que cálidos brazos me envuelven,
que inclemente frio de polos inversos
Mientras tú eres norte yo soy sur.
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