Qué grato oír el ruido de la lluvia sobre tu piel,
reconozco ese olor de tierra húmeda desde lejos mientras te duchas,
con los cabellos húmedos te metes bajo las sabanas,
y te miro solitario en la inmensidad de tu mundo,
mientras escudriñas los sueños y vences el silencio,
me tomas de la mano y me llevas a tus ojos,
me hipnotizas y me haces girar enternecidamente,
me suspendo sobre tu nariz de poros mojados por largo rato,
nunca vi tan brillantes estrellas como las de tus ojos.
Me vuelvo mar y me quedo en tus alas,
Una avenida encendida, melancólica e infinita,
toque de magia y de vida, nace donde miro,
y levanto mi cabeza hacia ti,
eres tan hermoso que no quiero escapar,
y con toda tu alma buscando en la neblina no quieres salvarte de mí,
solo quieres más y más,
de todo el ruido que haces me culpas a mí,
y el corazón en gloria de mis ojos perdidos en tu alma.
Se ha vestido de rojo intenso, en el rincón más tierno de la mirada,
pasivas tus pestañas, ondulas mi vientre
y apareces emergiendo del fondo de mis cúspides bañándome toda,
respirando en mis pupilas,
soy cursi y te gusta,
soy yo y me amas,
Soy tuya y soy toda
y no quiero volver a morir sin tocarte la vida,
sin poder hacer algo para que nunca me olvides.
Levantas tu mano y me miras,
y escribes como sientes,
me dejas ir a tu extraño mundo a colgar mis tristezas,
contigo lo tengo todo,
y el perdurable cielo se llena de luces,
del beso en mi frente,
del secreto que guardamos,
mientras rozas mis senos
y si no fuéramos nosotros que sería del universo.
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