Mis horas mustias se evaporan, tras los intentos fallidos, por llegarte de verdad al alma en una sola palabra, el aire va regando una a una sus gotas y yo aprendiendo a no medir ni tiempo, ni distancia, a no sentirme deshabitada y roída, a no entender al mundo que lo explica todo.
Separarme es sentirte triste, te paralizas y me quedo aun más gris, por un momento te busco en mi corazón y abro el horizonte donde germina lo interminable, conocerte mejor al azar y sin planes en la torre derecha del castillo que nunca miras, si acá arriba de donde me acostumbre a espiarte calladita, ahora voy sobre una línea recta muy fina por esta cuerda mínima donde camino si puedo.
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