
Los niños y su día, salen los grandes, los padres, los amigos de los padres, los abuelos, algunos hipócritas de momento a comprar juguetes de plástico, metal y otras cosas que se quiebran, que luego no puedes usar, dañar, ni tocar, mi hermano usaba destornilladores con una cara de investigador, y de luego ingeniárselas para nuevamente la construcción, a algunos niños les dan juguetes que troncan la imaginación, que les rompen los sueños, las ideas, las travesuras y entre tantas reglas ser niño es pecar, algunas veces también tuve miedo de ser niña y solo quería crecer, ahora quiero regresar, no dejar a mi niña volar, no alejarme de todo la magia y el aura que rodea a un niño, yo también quiero abrazos de miel, miradas sonrientes. jugar sin pensar que mañana hay que ir a trabajar, Algunos se divierten con un frasco de pega, y recorren las calles andrajosos, esperando que pasa para comer, algunos no ven nunca al papá, será cuestión de suerte algunas veces tampoco es fácil ser niño., hoy una oración, una bendición un abrazo sincero a esos niños que no soy, a esos niños de la calle, a esos niños sin padres, a esos niños que no tuvieron tanto suerte como yo. A mis hijos que siempre serán mis niños, y los grandes que siempre querrán ser niños. Feliz día, todos los días del niño como hoy.
En
homenaje a los niños
Al pie de mi niño
Pablo Neruda
El
pie del niño aún no sabe
que
es pie,
y
quiere ser
mariposa
o manzana.
Pero
luego los vidrios y las piedras,
las
calles, las escaleras,
y
los caminos de la tierra dura
van
enseñando al pie
que
no puede volar,
que
no puede ser
fruto
redondo en una rama.
El
pie del niño entonces
fue
derrotado, cayó en la batalla,
fue
prisionero,
condenado
a vivir en un zapato.
Poco
a poco sin luz fue conociendo
el
mundo a su manera,
sin
conocer el otro pie,
encerrado,
explorando la vida
como
un ciego.
Aquellas
suaves uñas de cuarzo,
de
racimo, se endurecieron,
se
mudaron en opaca substancia,
en
cuerno duro,
y
los pequeños pétalos del niño
se
aplastaron, se desequilibraron,
tomaron
formas de reptil sin ojos,
cabezas
triangulares de gusano.
Y
luego encallecieron,
se
cubrieron con mínimos
volcanes
de la muerte,
inaceptables
endurecimientos.
Pero
este ciego anduvo sin tregua,
sin
parar hora tras hora,
el
pie y el otro pie,
ahora
de hombre o de mujer,
arriba,
abajo, por los campos,
las
minas, los almacenes
y
los ministerios, atrás, afuera,
adentro,
adelante,
este
pie trabajó con su zapato,
apenas
tuvo tiempo de estar desnudo
en
el amor o el sueño,
caminó,
caminaron
hasta
que el hombre
entero
se detuvo.
Y
entonces a la tierra bajó
y
no supo nada,
porque
allí todo
y
todo estaba oscuro,
no
supo que había dejado de ser pie,
si
lo enterraban para que volara
o
para que pudiera ser manzana.
Cuando
Eramos niños
Mario Benedetti
Cuando
éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era un océano
la muerte solamente
una palabra
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en los cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era un océano
la muerte solamente
una palabra
ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en los cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
Los sueños
Antonio Machado
El hada más hermosa ha sonreído
al ver la lumbre de una estrella pálida,
que en hilo suave, blanco y silencioso
se enrosca al huso de su rubia hermana.
al ver la lumbre de una estrella pálida,
que en hilo suave, blanco y silencioso
se enrosca al huso de su rubia hermana.
Y vuelve a sonreír porque en su rueca
el hilo de los campos se enmaraña.
Tras la tenue cortina de la alcoba
está el jardín envuelto en luz dorada.
el hilo de los campos se enmaraña.
Tras la tenue cortina de la alcoba
está el jardín envuelto en luz dorada.
La cuna, casi en sombra. El niño duerme.
Dos hadas laboriosas lo acompañan,
hilando de los sueños los sutiles
copos en ruecas de marfil y plata.
Dos hadas laboriosas lo acompañan,
hilando de los sueños los sutiles
copos en ruecas de marfil y plata.
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